lunes, 13 de junio de 2016

No es como en los libros

No es como en los libros que cuentan historias de superación. No eres siempre valiente ni siempre positivo como si te hubieras tragado un faro metafórico y buscaras iluminar el mundo con tu sabiduría. Cuando el dolor se instala en un empuje prolongado o llevas seis años, como yo, entre promesas de recuperación y recaídas, lo único que deseas es que acabe, que cese esa lucha continua con tu cuerpo. Antes que esto me ocurriera, pensaba que el dolor permanente sólo se instalaba en personas con cáncer terminal en las que el alivio llegaría con la muerte. Desconocía que se puede vivir con dolor, o la existencia de algo que se denomina "dolor crónico", y que cada vez es mayor el índice de personas que lo padecen. La buena noticia es que esta enfermedad no me matará. Ningún médico me lo ha dicho a mí pero sí a mis compañeras con patologías de columna. Viviré todos los años que aguante mi hígado y mis riñones la medicación pesada para el dolor y moriré de otra cosa: de cáncer, de un infarto, de un AVC, en un accidente automovilístico. Y se supone que eso debe brindarnos algún consuelo... El dolor no me impide ser feliz pero no soy feliz todo el tiempo. Y, sin embargo, hay días en que soy feliz a pesar del dolor.

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