sábado, 9 de septiembre de 2017

Reencontrar la palabra

Después de dos con licencia médica estuve cuarenta días casi sin dolor. Lamento no haberlos contado con más precisión. Comenzaron así, inesperados y yo creyendo que sería apenas una pausa y que enseguida volvería pero no lo hizo y solo puede sentirme feliz, pasear,caminar y disfrutarlo y recordar que soy persona y escribir, y hacer cosas nuevas porque ya había olvidado todo eso. No lo escribí, ¿para qué? Era el momento de vivirlo y siempre estaba con aquella inseguridad en el corazón: ¿este estado es permanente o solo una tregua? Ese período tan bienvenido me permitió también desintoxicarme un poco y recuperar mis intestinos que estaban muy estropeados por la medicación constante. Fue más o menos en ese período en que me hicieron un estudio, me quitaron un pólipoy casi dejé de comer. Perdí peso, superé la depresión que hacía mucho estaba instalada emprendí nuevos proyectos. Ahora el dolor volvió. No sé por qué pero ya sabía que estos procesos reumáticos son cíclicos, que hacen parte de la patología y que el riesgo de que regresara era alto. Había planeado volver a trabajar sin muchas expectativas por si acaso y cuando no puede, la depresión volvió pero atenuada porque aún conservo esa sensación linda de los cuarenta días de nuevos proyectos y las palabras que reencontré al volver a escribir. Si todo vuelve a la etapa anterior... (aún tengo la esperanza de que este nuevo empuje se deba a los cambios meteorológicos), espero hacerlo con otra fuerza,espero poder afirmar que esta vez será diferente y espero que así sea. Reencontrar la esperanza junto con tus palabras, no es poco...

lunes, 15 de agosto de 2016

Apuntes de agenda: 15 de abril de 2010

Oración: Padre...,¿sólo de dolor me has hecho o sólo en dolor me he convertido? Encontrado en una Agenda del 2010 cuando recibí mis primeros diagnósticos de una patología de columna.

martes, 9 de agosto de 2016

No sólo los pacientes en tratamiento por cáncer pierden el cabello

Hace una semana tomé la decisión que veía como inevitable hace una semana. Lo pensé y repensé. ¿Tendría que cortarme el pelo, sí o no? ¿Debería optar por raparme o por una media melena? Cualquiera fuera mi decisión sería dolorosa porque implicaba renunciar a algo que yo me había empeñado en cuidar durante años, y una de los aspectos de mi cuerpo que no estaban dañados. Si con la caída de cabello perdí un tercio del total de mi cabello, con el corte perdí dos tercios. Pero no se nota, primero, porque tenía mucho cabello y, segundo, porque tengo una muy buena peluquera. Ella ne conoce lo suficiente como para saber que si decidí a raparme, lo haría y se tomó muy en serio la misión de proponerme el medio término. Prometí que colgaría una foto 📷 con el nuevo corte de cabello en Facebook y lo hice. Agradezco a mi peluquera 💇 que es LA peluquera pues entendió lo que necesitaba sin que yo dijera una palabra y no se echó atrás a pesar de mi obvia tristeza por el cambio obligado. Mil gracias.

miércoles, 3 de agosto de 2016

Desahogo

Comienzo a odiar que me pregunten cómo estoy. Nadie espera que le contesten cómo de verdad se sienten. Pero todos esperan que mientas. Y, con el paso de los años, comienza a fastidiarme tener que mentir sobre temas obvios. ¡Si no quiere saber la verdad, no pregunte, caramba! Prefiero mentir sólo cuando vale la pena como, por ejemplo, a los chusmas de siempre que buscan saber lo que no quieres contar.

viernes, 29 de julio de 2016

Un problema de colchones

Vivo en mi cama. Me levanto y salgo una vez a la semana. Para ir al médico, para ir al supermercado cuando no tengo más comida, para hacer trámites que no puedo delegar. La cama se hundió del lado derecho donde me recuesto durante el día, el colchón ortopédico se hunde del mismo lado entonces, cuando quiero dormir me paso al lado izquierdo que está más parejo. Mi cama, el centro de mi mundo. Me rodeo de agua, medicación, lapiceros, cuadernos y libros. Hoy pregunté el precio del colchón modelo sommier más duro que había en la única tienda que vende muebles en mi ciudad. Dieciséis mil pesos. Una fortuna por un colchón que a mí me dura dos años máximo porque vivo en mi cama. "Pero tiene garantía de cuatro años", me dice muy amable la vendedora. Sí, cómo no. El último que compré también la tenía. No recuerdo cuántas noches nos despertamos, mi Pulga y yo, con la cabeza más cerca de piso y los pies más cerca del techo. Suspiro, me levanto gateando y me dispongo a quitarme la bronca del despertar brusco atacando la cama a martillazos. Son camas baratas de pino hechas por carpinteros baratos y con el uso se van desarmando. No sé cuánto más aguante la mía pero ya sé qué haré cuando suceda: ¡instalaré el colchón en el piso!

martes, 26 de julio de 2016

Las palabras nos salvan

Hay veces en que las palabras nos salvan. Nos salvan en forma de libros cuando le dan voz a lo que llevamos dentro: angustia o sueños. Nos salvan cuando lo que necesitamos es sacarlas para que no nos ahoguen y escribirlas para que transformen a otros. Yo, que vivo mi vida atada a un cuerpo que duele, reconozco el poder transformador de las palabras. Si no me rodeara de ellas, qué vida tan vacía tendría, tan sola, mi dolor y yo...

sábado, 23 de julio de 2016

El adversario invisible

Fueron cuatro días en total. Prescindí del tramadol (el derivado de la morfina que se usa para calmar el dolor de columna fuerte) y acepté todas las invitaciones a pasear. Comí, charlé, reí, saqué fotos, tomé mucho capuchino con canela, caminé lo que pude y hasta compré un par de botas pensando en que podría caminar más... pero ya se terminó la tregua. Hoy es sábado y a las tres de la tarde logré poner unos fideos a hervir para servir con una salsa enlatada que me quedaron horribles pero me los comí igual. Las manos tienen un temblor extraño, como si vibraran cada tanto y sé que es consecuencia del tramadol. Me siento cansada como si hubiera pasado horas luchando contra un adversario invisible y ahora que lo escribo me doy cuenta que es mi propio cuerpo.