lunes, 13 de junio de 2016

Tres kilos de amor

Voy al médico, pago cuentas y vuelvo retorciéndome de dolor. Tengo mi primer crisis de angustia en meses. Sé que hace poco tiempo del bloqueo lumbar, que lleva dos semanas notar una mejoría significativa. Pero mis amigos preguntan, alguien siempre pregunta si ya me alivié o si ya se notan los resultados y debo iniciar el ritual de dar explicaciones. ¿Qué esperaba? ¿Por qué me siento tan sensible y desolada? Esperaba menos dolor. Esperaba más. Mi Pulguita (mi perrito de raza pinscher) se pone frenético cuando me escucha llorar. Quiere lamer mis lágrimas y, cuando no lo dejo, se restrega en mi rostro y las seca. Y me provoca tal ternura que tengo que detenerme. Pensé que reaccionaba al sonido de mi respiración, a los sollozos. Pero hoy lo vi mirando mi rostro y cuidándome. Cuando las lágrimas se me caían, aunque guardaba silencio, allí estaba él enroscado en mi cuello. Es una cosa diminuta de menos de tres kilos, ojos grandes y saltones, pelo color dulce de leche. Tres kilos de puro amor, sensibilidad y ternura. Quién sabe de qué mecanismo dotó la naturaleza a estos animales para que sean tan perceptivos respecto a sus tutores. Mi compañerito de cuatro patas no puede quitarme el dolor, pero me acompaña mientras lo transito.

No hay comentarios:

Publicar un comentario