jueves, 31 de marzo de 2016

Castigo

Salí dos días. Tenía que ver a mis doctores,levantar medicación, hacer trámites. ¿Cuántos días de cama me esperan en cama para pagar por esos dos días de simulación de normalidad?

miércoles, 30 de marzo de 2016

Suma

Ayer: Tormenta + calor + humedad = ¡dolor! Hoy: sólo dolor.

Natural Steps

Estaba en la sala de espera de emergencia de Camcel en Río Branco esperando poder consultar con el doctor de guardia y mirándole los pies a una señora de aspecto elegante sentada a mi lado. Es que no hay mucho en que entretenerse en estas circunstancias y acabas fijándose en los detalles más inusitados del otro ser vivo que esta dividiendo contigo su espacio físico. Por eso no me sorprendió descubrir que ella me estaba sometiendo al mismo escrutinio. Se disculpó y me preguntó dónde había comprado mis zapatos en ese tono y con esa elección de palabras que denuncia al foráneo. Quería saber si mis zapatos eran brasileros y, por supuesto, si los había comprado en Yaguarón. Me puse, entonces, a contarles las peripecias que me habían llevado a comprar el par de guillerminas ortopédicas en Montevideo cuando se trataba de una marca brasileña. Ella me contó a su vez que se había hecho una cirugía de juanetes que no había quedado del todo bien y necesitaba zapatos especiales. Conocía la casa de Ortopedia donde yo había comprado mi par en Montevideo y me agradeció todo lo que pudo la recomendación. En ese momento, el doctor llamó para la consulta.

martes, 29 de marzo de 2016

Libros nuevos, zapatos nuevos

Era mi segundo día de paseo en Montevideo luego de dos o tres años de pasar el mes de enero y febrero en cama. Me sentía como decimos en mi pueblo: "como cuzco suelto de la cadena". Solo que mi paseo de la mañana no había terminado muy bien. Volvimos en taxi porque los zapatos me apretaban y no podía más caminar, pero solo al examinarme con detenimiento descubrí la causa: mis pies y tobillos estaban hinchados,¡algo que no me había sucedido nunca en la vida! Así que, por la tarde, salimos a buscar alguna zapatilla deportiva u ortopédica que me permitiera caminar sin tropezar y quitarme las chinelas. A esa altura tenía el característico caminar de pato y mi amiga me llevaba del brazo como dos viejas comadres que sirven de bastón una a la otra. Estaba ubicada en una esquina y tenía un cartel grande que decía ORTOPEDIA en letras mayúsculas. Todo cierra a las seis de la tarde en Montevideo y no encontramos ninguna zapatería abierta. Nos habíamos entretenido visitando una tienda de productos naturales y se nos había hecho tarde muy rápido. De modo que al ver aquel cartel me sentí como a la vista de un milagro. Tuve que sentarme no sólo a probarme los zapatos sino a medicarme para el dolor. Era comprensible que el cuerpo me pasara factura luego de caminar tanto cuando yo salía de meses de estar en cama. Conversando con la pareja que nos atendió descubrí que existe un estudio llamado Baropodometría* que podía ayudarme con mi problema de columna, con mis tropezones constantes y a caminar mejor por medio de plantillas a medida y ajustables a las diferentes etapas del tratamiento. Salí feliz, además de armada con un par de nuevas guillerminas que, luego descubrí, me permitirían caminar sin tropezar. ¡Oh, milagro de los milagros! * La Baropodometría Computarizada es la impronta del pie, obtenida por medio de un sistema informático, con el almacenamiento de las imágenes, a partir de la pisada del paciente. http://www.ortopedianeo.com/baropodometro-computarizado/index.html

lunes, 28 de marzo de 2016

A los milagros hay que darles uso

En enero, como mi estado continuaba estable,comencé a planear mi primer viaje de vacaciones en años. Rescaté el bolso, un traje de baño sin uso (que fue y volvió en su envoltorio) y huí de mi propia casa antes que mi cuerpo se arrepintiera y volviera a encadenarme a esas cuatro paredes. En Montevideo me esperaba una de mis amigas. ¡Y yo me sentía feliz! Dormimos, almorzamos y nos fuimos caminando al Parque Rodó que quedaba a unas diez cuadras. Todo era motivo para sacar fotos,todo era motivo para reír y no con una mueca forzada por el hábito sino con mi verdadera sonrisa, una carcajada "galponera" nada discreta. La lluvia nos hizo regresar a las risas, felices y agradecidos después de un día de mucho calor. Lo único extraño era que, como si estuviera borracha, cada cuadra y media tropezaba y mi amiga tenía que sostenerme. Al día siguiente había planeado mi día más esperado: ir a comprar libros y material de dibujo al Shopping de la Terminal Tres Cruces. Como la casa de mi amiga queda a tres cuadras, nos fuimos a hacer las compras antes del mediodía. Había llevado sólo dos pares de mis zapatos más cómodos pensando en aprovechar mi estancia para caminar y era lo que estaba haciendo. En el Shopping compré libros, material de dibujo y nos sentamos a tomar un helado. Mis pies me estaban matando porque los zapatos estaban demasiado ajustados cuando yo podría haber jurado que eran los más cómodos que tenía en el ropero. Aunque intenté continuar el paseo, tuve que descalzarme porque y volvimos al apartamento en taxi. No me importó entonces. No cesaba de ver mis libros recién adquiridos como quien mira el bebé que acaba de parir, y disculpen la exagerada comparación, pero era así como se sentía.

De regreso a mis propias palabras

Después del feo episodio de dolor que sufrí el día de mi cumpleaños no quise volver a escribir en este diario. Escribir es recordar, y ya había tenido mucho de eso para querer revivirlo. El dolor había saturado mi mente y, aunque las cosas mejoraron, no quise volver a él. En diciembre consulté a mi traumatólogo que, luego de ver el informe de la última resonancia, pidió un estudio eléctrico de los miembros inferiores (previo pase al neurólogo que debe autorizar la solicitud) y aumentó al máximo uno de mis medicamentos. Poco a poco encontré el alivio. El efecto duró más o menos un mes y medio, pero aún así no quise volver a escribir sobre el tema. ¡Quería vivir! Aunque fuera por poco tiempo.

domingo, 27 de marzo de 2016

¡Feliz cumpleaños!

Ese día mis amigas habían planeado llevarme a comer pizza. Querían sacarme del encierro depresivo, festejar. Pero yo tenía otros planes para ese 1° de diciembre. Marqué una sesión de acupuntura para las once de la mañana, el primer horario libre de la semana en la agenda del doctor. Y allá fui, con la pierna izquierda de arrastro y tal expresión de dolor que vi cuando el rostro de la enfermera se transfiguró y me hizo pasar al consultorio con su voz más dulce. La técnica que había logrado aliviarme era la electroacupuntura*. El doctor procede a buscar por medio del tacto los espacios intervertebrales,colocar agujas en ellos y conectarlas a un aparato que pasa diferentes niveles de estímulos eléctricos a las agujas. ¿Si duele? Duele cuando el doctor debe palpar tu columna y toca los nervios más inflamados y sensibles. Duele cuando comienza a pasar la electricidad por las agujas. Es tolerable pero duele. Puedes sentir qué vértebra es la que está recibiendo el estímulo y el recorrido de la electricidad, a veces, hacia el abdomen, a veces, hacia las piernas, lo que resulta una experiencia muy interesante porque puedo sentir como todo en nuestro cuerpo está conectado. Con los minutos comienza el efecto sedante. Lo mejor es meditar o dormitar mientras dura. Unos veinte minutos acostada de lado en una camilla mirando las mínimas imperfecciones de una pared blanca puede causar somnolencia o un agradable estado de fuga. Ese día salí aliviada y esperanzada. Sabía que el primer día de reiniciar el tratamiento podía haber un efecto rebote al final del día pero, como dije, era mi cumpleaños y esperaba que no me sucediera. Pero sucedió. Comenzó al atardecer y fue incrementándose hasta tal punto que tomé el teléfono y llamé al servicio de emergencias. No había llegado nadie aún, yo tenía puesto un circuito para tratamiento con medicación intravenosa. Uno de tantos en semanas malas que se sucedían. Mi doctor llegó y con él, una a una, las visitas. * Durante el tratamiento el paciente se recuesta sobre una camilla para ser esterilizado y luego se insertan sobre su cuerpo dos agujas también esterilizadas, que pasarán electricidad por la zona del cuerpo que quede entre ellas, gracias a la ayuda de una conexión que descarga un voltaje muy bajo. Pueden usarse un par de agujas o varios pares de ellas, durante no más de 30 minutos. http://www.sanar.org/salud/electro-acupuntura

La negación es inevitable

Llevo tres días en cama y me siento cansada de estar encerrada. Tuve que volver al reposo después de mi último intento por caminar. Fui a la papelería que queda a dos cuadras de casa con la disculpa de que era un buen ejercicio y, como me sucede siempre, me entusiasmé, seguí caminando, viendo vidrieras, los comercios nuevos, los arreglos que hicieron los vecinos en sus casas... Y de pronto había recorrido ocho cuadras, mi cuerpo no me sostenía más y tuve que pedir que me trajeran en auto de regreso. Vivo en negación de las limitaciones de mi propio cuerpo. Quiero caminar, quiero trabajar, quiero volver a hacer mis propias compras, limpiar mi casa, cocinarme, lavar mis platos. En resumen, quiero un cuerpo sano en lugar de esta semi invalidez debilitante.