domingo, 6 de enero de 2013

Juntando fuerzas para lo que vendrá

      Han sido días difíciles, no en hechos sino en mi interior: una larga lucha con las partes de mí que me mantienen de pie en este mundo. Después de los dolorosos "días de fiesta", fui a mi consulta de control con mi especialista de columna. Volví cansada, dolorida, hastiada y furiosa. Me llevó horas darme cuenta de lo enojada que estaba/estoy.
      El doctor llegó con dos horas de atraso a la consulta y los pacientes se sucedían como ganado que pasa por el brete (mis disculpas por la comparación de origen gauchesco pero es el mío). Unos salían enojados, otros resignados y otros, como yo, sin palabras. Nuestro doctor no quería saber cómo estábamos, sino direccionarnos adecuadamente de acuerdo a sus necesidades y no a las nuestras. No me permitió explicarle que mi aumento brusco de peso se debe a no poder caminar, del nuevo dolorcito molesto localizado bajo los homóplatos que me ha obligado a agregar un medicamente más a los que ya tomaba ni contarle mi torturante fin de año en que salgo a la calle un día y paso tres en cama... Sí, estaba/estoy furiosa.
Pero pasada esa primera instancia viene el miedo que solo las personas con dolor crónico conocemos: mi próxima consulta será en mayo. O sea, que son 4-5 meses con tratamiento de mantenimiento y los doctores que me hacen el soporte acá hacen lo que pueden que es intentar sacarme el dolor con analgésicos... Son 4-5 meses luego de un bloqueo que sabemos que no funcionó pero que al especialista no le interesa atender porque tiene temas más urgentes que acaparan su atención.
      Sí, sigo enojada, pero el enojo se pelea con el miedo, con la frustración y con la impotencia. El miedo a los meses que vendrán, el miedo al dolor que aún debo esperar. En estos días soy un yo mudo, una Viviana que no quiere ver ni hablar con nadie, encerrada en sí misma, preparándose, juntando fuerzas para lo que vendrá...

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