miércoles, 20 de mayo de 2015

Un mes después

        Luego de un mes puedo decir que el tratamiento da buenos resultados.  No dependo más del tramadol para controlar el dolor y busco bajar también el antiinflamatorio. El corsé de yeso se ha convertido en un corsé de hierro pesado de llevar. Cansa  y contractura la parte alta de la espalda. Sigo peleando todos los días con la ropa para que se adapte al corsé. Se fueron los vestidos y las faldas y me quedan pocos pantalones con elástico en la cintura, lo que para una mujer no es tema menor.


Movida a mate. 

  
       De a poco retomo mis actividades normales,  aprendo a lavarme la cabeza sin ayuda, a hacer movimientos de contorsionista para cortarme las uñas de los pies y depilarme las piernas. Y los apremios económicos me forzaron a volver a usar la moto para ir y volver al trabajo. Cuesta subir, cuesta acomodar las piernas, cruzar por los infinitos pozos que no puedes desviar.  Y luego, como a todo,  te acostumbras.
       A pesar de las vitaminas indicadas por mi doctor, el agotamiento hizo presa de mí esta semana. No siempre puedo cumplir el horario en forma restrictiva como lo indica mi directora y no siempre me sobra energía para acompañar su personalidad enérgica.  Hago lo mejor que puedo y vuelvo a casa a tirarme sobre mi cama. La culpa relacionada al trabajo que no puedo cumplir es inevitable y recurrente. 
Autoretrato con cara de loca.

No hay comentarios:

Publicar un comentario