jueves, 26 de marzo de 2015

Desengaño

Casi tres semanas de reincorporación al trabajo y soy una mujer feliz. Cumplo mi horario de cuarenta horas semanales bien, sin esfuerzo extra, trabajando con gusto y quedándome una hora más cuando es necesario o por voluntad propia. Sentirse útil es bueno y necesario para mí, para sentir que mi trabajo no es tiempo perdido detrás de un sueldo sino que le da sentido a mi existencia.
Además de mi medicación habitual,  continúo con las sesiones semanales de acupuntura (cráneoacupuntura, electroacupuntura y auriculoterapia) y cuento los días que faltan para ver al especialista de columna.
Pero la ilusión de normalidad termina con la llegada de los primeros días fríos. El tronco se pone rígido,  el vértigo se asoma y el dolor aumenta en forma considerable.
El desengaño no es algo malo, es un llamado de atención. Si somos seres tan dispuestos a auto engañarnos como cuando me revuelo feliz en mi ilusión de normalidad, también somos seres con la fuerza de voluntad necesaria para reaccionar y no perder de vista el objetivo. Mi objetivo,  en este caso, es mejorar todo loque sea posible mi calidad de vida. Vivir sin dolor.

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