miércoles, 29 de abril de 2015

Quiero...

      El uso del corsé ha reducido mi vestimenta a pantalones con elástico en la cintura que resbalan por el yeso, me obligan a andar tironeándolos a cada cinco pasos y llevar el ruedo arrastrando por el piso. Quiero volver a mis jeans, variar los zapatos y las blusas, quiero ponerme temperamental con las ropas. Pero es tonto, verdad? Qué importa este detalle al lado de todo lo demás? Bueno,  pues esos son los detalles que me hacen mujer, que me hacen humana. Va alguien encontrarme atractiva con este corsé? Quién querrá tener sexo conmigo? Pensarán los hombres que soy una tullida a las que no se pueden acercar porque podrían quebrarme? Quién se tomaría la molestia de descubrirlo? Podemos hablar de sexo cuando tenemos una patología de columna? Y por qué no? No lo he leído por ningún lado pero lo puedo hablar yo. 
      Hasta donde sé, que no es mucho pero es algo, no hay impedimentos de ninguna clase. Comienzas con cuidado, claro, y vas probando. Al rato ni te acuerdas que podría dolerte algo. Hay un calentamiento inicial como en cualquier otro ejercicio, un desgaste grande de energía y un relajamiento posterior que hará que no necesites ningún relajante muscular ese día. Y ni hablar de lo bueno que es para la autoestima y de cómo fortalece los lazos entre la pareja. 
      Después de todo, somos humanos, y si comencé escribiendo de cómo extraño mis jeans, bien puedo terminar escribiendo sobre cómo extraño esa intimidad única que nos brinda el sexo con la persona que queremos.Yo también soy humana.




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