domingo, 8 de febrero de 2015

La antesala al infierno

    Cuando lo recuerdo, tres meses después, lo primero que veo es a una mujer sentada en una silla de ruedas con la espalda encorvada por el dolor, el cabello recogido en una toca, delantal de paño verde pasto de la sala de cirugía. No soy yo, sin embargo,  sino una de las mujeres que pasará por el procedimiento ese día junto a mí.  Es la que se sentía más dolorida, por eso fue la primera en pasar. Yo me siento bien ese día comparado a otros en que tuvieron que medicarme a través de un circuito y conectarme a un monitor cardíaco porque me descompensaba. 
    Estuvimos media hora charlando sentadas en la antesala del bloc quirúrgico, vestidas con nuestros uniformes de tortura y haciendo catarsis.  Nadie puede entender a un enfermo de columna como otro en su misma situación. Compartimos temas en común que nos angustian, como la incapacidad laboral (esa castración social llena de culpa), el peso en que nos convertimos para nuestras familias cuando necesitamos hasta que nos ayuden a calzar nuestros zapatos, la especificidad del dolor lumbar que nadie que no lo  haya vivido puede comprender en su totalidad. 
  
    Después de ocho bloqueos (el nombre que consta en la orden es bloqueo facetario*) he aprendido algo sobre estos procedimientos y de cómo hacer más llevadero el  proceso. Hubo un tiempo en que el horario marcado era temprano en la tarde y me daba tiempo de tomar el ómnibus de las seis e irme a dormir a casa. Pero luego el doctor comenzó a hacer cirugías los sábados y cambió él día y el horario en que hacía los bloqueos.  
    Salgo de la consulta a comprar comida, nada muy pesado, un sándwich olímpico y un jugo, porque después de esto debo mantenerme en ayuno por seis horas. Como no puedo ir a casa a descansar, me voy a un hotel y pido un cuarto con baño privado. Me medico y duermo. Salgo a las seis de la tarde, una hora antes de la marcada en la orden, y camino tranquila mirando vidrieras. Quiero visitar a un amigo de muchos años que vive a dos cuadras de Camcel, charlamos y él insiste en acompañarme.  La intención es buena pero seguro que se arrepentirá después. 
    Llego a la clínica sobre la hora pero no pasa nada porque somos pocos esta vez. Hago mi trámite de ingreso en Administración y me dan una planilla con mis datos que debo presentar a la entrada del bloc. En esa hoja el doctor hará el registro del procedimiento para que sea anexado a mi historia clínica. Si hubiera ido sola también tendría que haber dejado allí mis objetos personales. Esperamos unos quince minutos hasta que una enfermera baja del bloc a buscar a los pacientes. 

*http://www.clinicalascondes.com/articulos_estaticos/Bloqueo_facetario.htm

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